domingo, 30 de diciembre de 2007

LA LOCURA DE DIOS


LA LOCURA DE DIOS

A veces me pregunto como sería una ciudad de silencio, sin coches, ni motos, ni ruidos de ningún tipo, esa ciudad sería como un cementerio, sin serlo, aunque contiene a la mayoría de sus habitantes vivos, en realidad es cuestión de tiempo que todo lo vivo que contiene esa ciudad acabe en silencio, en el silencio eterno de la muerte. Como dice Isabel Allende la vida es un clamor entre dos grandes silencios, el anterior al nacimiento y el que sigue a la muerte. El ruido es la vida, aunque no oírlo no significa que estemos muertos. Así como la vela de una llama cuando está a punto de extinguirse brilla con el doble de intensidad, esta sociedad está en su momento más álgido y exultante de ruido para desembocar en el clímax de la destrucción total de todo lo conocido por la acción de la locura de Dios, esa locura esta traducido y dirigida en la creación de nuestra especie, la especie más destructiva que ha aparecido nunca sobre la capa de la tierra. Somos los devoradores de recursos más veloces y depredadores que la evolución ha creado, nos estamos comiendo literalmente el planeta, somos una plaga que no deja de crecer, somos la enfermedad de la Tierra, los virus que la provocan, y esta forma de vida que hemos elegido nos pasará factura, si no nos la está pasando ya en forma de enfermedades como el cáncer, el sida y todas las que no podemos dominar. Aunque lleguemos a dominar todas las enfermedades, siempre surgirán nuevas creadas por la madre Tierra para que no nos sintamos Dioses y nos demos cuenta de nuestras propias limitaciones. Nos creemos ultra poderosos, decimos que no tememos a la muerte, pero en realidad somos como niños, creemos que negando las evidencias vamos a evitar que sucedan, por eso negamos la muerte y nos molestan los moribundos, porque nos hacen darnos cuenta de nuestra finitud. No somos eternos, al igual que ninguna especie animal que ha existido en este planeta lo es, podemos estar como especie unos cuantos millones de años pero al final desapareceremos como desaparecieron los dinosaurios y los grandes mamíferos de la glaciación.
Cuando miro atrás en mi vida, me pregunto como he llegado hasta el momento en el que estoy. Todo lo que mi vida ha sido ha desembocado en el momento presente y me asombro de los caminos tan extraños que he recorrido para llegar a este punto, a este preciso momento en el que estoy escribiendo en mi ordenador este texto. La vida es un cúmulo de vivencias, buenas y malas que nos permiten aprender, todo lo aprendemos por la experiencia que nos proporcionan las decisiones que tomamos en determinados momentos, somos como esponjas que absorbemos todo lo que ocurre a nuestra alrededor, de todo lo que vivimos, hacemos nuestra vida y cuando recapitulamos nos damos cuenta de que no ha estado tan mal vivir, a no ser que seas una persona que se niegue a aprender de la vida, que por desgracia hay muchas, aunque yo creo que estas personas si que aprenden, pero no quieren poner en práctica lo aprendido, no han evolucionado en su mente y en su corazón, se quedan en una cierta etapa de su vida y siguen así indefinidamente hasta que mueren, yendo siempre a peor, menguan sus capacidades mentales y van empequeñeciendo su persona y su autoestima hasta que alcanzan la nada mental y espiritual, entonces provocan una tragedia en su vida y se hacen desaparecer. Este es el caso de los toxicómanos, de los suicidas y de los vagabundos.
En mi opinión todos elegimos nuestra forma de vivir, dentro de los parámetros que nos ofrece nuestra posición en la sociedad, aunque también podemos cambiar de status social por un golpe de suerte o por nuestro esfuerzo, podemos elegir nuestro camino en la vida y en la sociedad si tenemos claros nuestros objetivos en la vida. Creo que planificar la vida viviendo el presente es la fórmula mágica para ser feliz. Me gusta lo que dice Tom Hanks en la película de Forrest Gump: _¡ Mi mama decía que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar! __ Aunque la película es una americanada, me gustó mucho y creo que en esta frase está contenida una profunda sabiduría.
Nunca vamos a predecir lo que nos va a ocurrir en la vida, lo único que si podemos predecir es que vamos a morir. Creo que aceptar la muerte es una asignatura pendiente en esta sociedad occidental. La muerte es para la mayoría de occidente un tabú, no la aceptamos, nos molesta ver la cara de la misma, nos molestan los moribundos y queremos evitarla en nuestras conversaciones. Yo digo que hay que aceptar la muerte como parte de la vida, es nuestra eterna compañera, siempre está rondándonos, cada día que pasa es un regalo que ella nos otorga para que lo disfrutemos, cada año que pasa es como una meta que hayamos cruzado, compitiendo con el tiempo, el desgaste y la fatalidad. Somos seres finitos y tenemos el tiempo contado, Dios nos otorga un tiempo en este mundo por alguna razón, todos tenemos un cometido en nuestra vida y debemos cumplirlo, aunque por desgracia siempre hay gente que no lo puede realizar todo lo bien que quisiera.

SOBRE LO QUE PIENSO DEL MUNDO

¿Qué es lo que nos impulsa a escribir?. Ante nosotros tenemos una hoja en blanco o una pantalla vacía de un ordenador, decidimos que queremos comunicar algo a alguien y lo plasmamos en el papel o en un archivo de Word en el ordenador. ¿Qué impulso nos hace tener ideas sobre todos los temas que nos interesan?. Cuando me pongo a escribir me sorprendo de la cantidad de ideas que puedo llegar a concebir en mí cerebro, aunque alguna vez tengo dificultad para plasmarla sobre el papel, cuando releo el texto digo: _ ¿de verdad he escrito yo esto?. No todo lo que escribo está bien, pero lo que está claro es que mi pensamiento siempre va por caminos filosóficos y espirituales por alguna razón.
Sé que mi estancia en esta tierra es finita, sé que tengo que aprovechar el tiempo lo mejor que pueda, y más, después de haber padecido un cáncer, haber sufrido el tratamiento del mismo y todas sus consecuencias tanto físicas como mentales, me he dado cuenta que tengo que contarle al mundo que la vida es maravillosa, que aunque la desesperanza y el malestar se instale en ocasiones en nuestra vida, tenemos que luchar para salir adelante, porque vida no hay más que una, una vida para recorrer un camino, ¿por qué razón?, no lo sé, solo sé que la vida es para vivirla, y no busquemos más razones que esa. Todo está continuamente cambiando y en movimiento, los seres humanos tenemos etapas en la vida que debemos de recorrer desde nuestra más tierna infancia, unas épocas son buenas y otras malas, pero de todas debemos sacar alguna enseñanza para poder pasar al siguiente nivel de conciencia que hay después de acabar en esta vida.
El hombre es el único animal (que se sepa) que se ha preguntado qué es él mismo, ha encontrado muchas respuestas a muchas incógnitas, pero siempre está la eterna pregunta de ¿quiénes somos?, ¿Adónde vamos? y ¿de donde venimos?. Estas preguntas nos las hemos hecho todos los hombres y mujeres de todas las épocas de la humanidad y nunca hemos hallado la auténtica respuesta, la religión nos da una explicación, la ciencia otra, pero no hay certezas, ni creo que las haya.
Tal vez en la otra vida (si es que la hay, aunque tengo fe en ella) encontremos la respuesta a estos misterios.
Me sorprendo de los milagros que ocurren cada día en todas partes; cuando veo a un bebé me pregunto de donde ha venido, si hace un año no existía en ningún sitio, tal vez era dos células perdidas en la inmensidad de un organismo humano vivo, pero de repente, por pura casualidad__(o no)__se juntan y se transforman en un ser completo, con sentimientos, necesidades y vida. ¿De donde ha surgido la orden de que estas dos células se conviertan en un ser humano completo?, es un misterio al que todos estamos acostumbrados, pero no dejo de sorprenderme por el milagroso mecanismo de la reproducción en los seres vivos, somos como máquinas que nos creamos a nosotros mismos, ¡qué misterio!.
Por naturaleza, soy una persona bastante nostálgica, suelo recordar mucho el pasado, mi vida anterior a este momento, me parece que cualquier tiempo pasado ha sido mejor, pero sé que es una ilusión, tenemos un mecanismo en el cerebro que hace que los recuerdos malos se maquillen, mejorándolos, así nos parece que no fue tan malo lo que pasó, o tan bueno, aunque en realidad, las malas experiencias suelen ser más crudas y terribles de lo que recordamos, el tiempo borra los malos recuerdos para protegernos de ellos, pero si profundizamos en los mismos podemos ver la realidad de lo que nos pasó en algún momento de nuestra vida. Todos en la vida hemos padecido algún momento verdaderamente malo, ya sea que nos arruinemos, que perdamos el trabajo, que se nos muera un familiar o que padezcamos una enfermedad grave, pero es en esos momentos cuando nos damos cuenta de nuestra valía, en esos momentos nos enfrentamos solos contra la adversidad, medimos fuerzas con el destino, y solo nosotros podemos afrontar estas crisis sacando todo nuestro valor y energía de nuestro espíritu y mente. La mente controla el cuerpo y a la mente la controla el espíritu, cuando estemos en una situación difícil no debemos de dejarnos abatir, hay que pensar que aunque nosotros hagamos lo que hagamos, mañana volverá a lucir el sol, y mañana todo puede mejorar, solo la muerte acaba con la lucha. Sé que es duro enfrentarse a una muerte de un ser querido o a una enfermedad grave, yo mismo he padecido una, pero también es verdad que si no nos enfrentamos a estas pruebas nunca podremos avanzar hacia nuevos niveles de existencia, estas pruebas nos cambian la vida, en ocasiones a mejor, no debemos desaprovecharlas para aprender y encontrarnos a nosotros mismos.
Cuando tuve cáncer me sentí muy solo, al principio de detectarte la enfermedad la gente está contigo, pero es por el compromiso de aliviar al afligido, conforme pasan los meses van distanciándose de ti porque ven que es para largo y los malos rollos no le gustan a nadie. Es triste pero es verdad, cuando más falta te hace que la gente te visite y te reconforte, es cuando menos la encuentras. No culpo a ninguno de mis amigos ni de mis familiares por no visitarme a menudo, yo seguramente hubiera hecho lo mismo.
En esta sociedad occidental aún existen muchos tabúes respecto al cáncer, al sida y una multitud de enfermedades que nos están azotando, lejos queda el día en que esta situación mundial mejore, al contrario, cada vez hay más casos de cáncer y de sida, sin contar todas las enfermedades nuevas que están surgiendo, como la gripe aviar, la de las vacas locas, la neumonía atípica, el ébola u otras de las que no informa la OMS.
La humanidad está en un momento de su historia en donde se va a decidir la continuidad de esta sociedad o la destrucción de la misma. Estamos en los albores del siglo XXI y en un solo siglo (el pasado) la población humana en el planeta tierra se ha cuadriplicado, si seguimos a este ritmo, en unos años escaseará el agua (que ya lo está haciendo) por la tremenda presión ambiental a la que estamos sometiendo al planeta, la atmósfera se está resintiendo, el mar también, el clima está cambiando y no sé a donde nos llevará esta situación. No quiero ser catastrofista, pero lo que sí está claro es que esto tiene que cambiar en los próximos años, tal vez se desencadene la tercera guerra mundial, __Dios no lo quiera__pero la tensión entre el mundo Occidental y el resto de los países es muy grande, el dominio del Imperio de los Estados Unidos está creando un descontento generalizado en la mayoría de países de todo el mundo, se nos presentan como los salvadores y lo único que son es una banda de piratas que se aprovechan de la riqueza de los demás para que la suya les dure mucho más tiempo. La guerra de Irak durante la primavera de 2003 ha sido uno de los errores más grandes que ha cometido Los Estados Unidos de América; su política de invasión y de extorsión a los países que poseen riquezas como el petróleo y militarmente son poco peligrosos es intolerable, el presidente Bush y sus secuaces están creando un terrible movimiento social contra todo Occidente, sus colaboradores nos están llevando a una situación de miedo generalizado, para controlarnos y hacernos ver que ellos son los buenos en el mundo, lo que no saben es que el terrorismo que ellos tanto temen no es más que las consecuencias que su terrible política de piratas está provocando en este maltrecho mundo. Los recursos de la tierra se están acabando, pero a los políticos y a los empresarios les da igual, mientras ellos tengan el futuro asegurado con sus petrodólares y sus acciones, les da igual que el mundo se derrumbe, a ellos no les va a afectar; son todos unos cerdos, cerdos en el aire como los llamaba Pink Floyd en su disco “Animals”, cerdos corruptos que solo saben de dinero y les importa un comino el resto de la humanidad.
Con la globalización emergente nos están engañando, el mundo no está preparado para mezclarse en un pensamiento único, ni está preparado ni lo quiere estar, el pensamiento único supondría la desaparición de la cultura tal y como hoy la conocemos, la pluralidad es la base de todo, no debemos homogeneizar el mundo, el mundo está bien teniendo distintos puntos de vista y de opiniones, si todos pensamos igual solo veríamos un camino para solucionar los problemas, si hay diversos pensamientos se puedan hallar nuevos caminos y nuevas soluciones a los problemas de la humanidad. Quieren implantarnos una cultura nefasta, la cultura del consumismo en la que estamos involucrados es la cultura de la destrucción a no tan largo plazo.
Yo mismo me doy cuenta de la cantidad de cosas que me compro a veces sin necesidad, que luego las dejo guardadas y casi nunca las uso, pero me es difícil no prescindir de comprar alguna de las cosas que me gustan, no es que sea un consumista empedernido, pero si que debería de controlar un poco más lo que compro. Pensemos en ello.
LA NUEVA ESCLAVITUD
En casi todas las épocas de la humanidad ha existido la esclavitud; entendida como el sometimiento de un ser humano a la voluntad de otro ser humano por distintos métodos, ya sean violentos ,económicos o de otra índole. En todas las épocas ha habido esclavos, la fuerza de la esclavitud es la que ha permitido a las distintas culturas que han existido a lo largo de la historia realizar la mayoría de las obras arquitectónicas y de ingeniería, además de muchas otras actividades, que ha realizado el hombre. Pero esta práctica ha generado muchísimo sufrimiento a millones y millones de personas que han padecido en sus carnes y en sus espíritus los abusos de crueles amos sin una pizca de humanidad ni decencia que los han tratado como animales, aunque siempre ha habido excepciones.
Hasta que en la revolución francesa no se aprobó la carta de los derechos humanos, el mundo occidental ha cometido muchos abusos y crímenes avalados por la cultura de la esclavitud, el hombre blanco siempre se ha sentido superior a las demás razas y por eso las ha intentado someter y reducir a mera mano de obra barata para lograr todos sus fines económicos y militares.
Gracias a Dios, hoy en día, aunque aún existen países que practican la esclavitud, en la mayoría esta práctica se abolido, aunque ahora la esclavitud humana es más sutil y afecta nuestra vida de forma diferente. La esclavitud sigue existiendo tanto en los países subdesarrollados como en el mundo “desarrollado”, existen redes de prostitución que tiene a su disposición miles de mujeres en un sometimiento total para favores sexuales, existen redes mafiosas que usan a inmigrantes ilegales como fuerza de trabajo barata y los explotan hasta sacarles todo lo que pueden, incluso trafican con personas para usar sus órganos para venderlos a gente que los necesita para poder vivir, ellos viven a cambio de la muerte de gente inocente que por circunstancias de su vida no han podido salir adelante. Existen multitud de formas de someter a las personas, por eso digo que la esclavitud humana aún no se ha acabado en el mundo, y no creo que lo haga porque genera muchísimos beneficios a miles de individuos sin moral, opresores y especuladores, asesinos y narcotraficantes que solo les mueve en la vida el deseo de poder, poder sin límites morales ni materiales, en sus manos está la vida de millones de personas y muy poca gente se mueve para proteger a estos inocentes de las mafias y de la muerte en vida que es la esclavitud.
Pero no solo existen estos métodos de esclavitud, aunque son los más crueles y destructivos para la dignidad y bienestar de las personas, hay otras maneras de someter a la gente y de eso es de lo que os voy a hablar e estas páginas. Estoy seguro de que existe un plan para controlar a las masas de trabajadores y de “plebeyos”, un plan ideado por todos los países desarrollados para que sus dirigentes y gente poderosa económicamente siempre pueda conservar ese status. Este plan está concebido para que estos peces gordos estén protegidos contra las revoluciones y los movimientos sociales que les pueden derrocar de su pedestal de poder, por eso han estado años maquinando y estudiando las reacciones y anhelos de la gente del pueblo llano para encontrar el método más sutil y menos escandaloso para controlar al pueblo. En esto consiste el plan:
En primer lugar, nos han estudiado durante años, se han preguntado: -¿qué es lo que necesita la gente para vivir?, lo principal es la comida y la ropa, luego la vivienda y para conseguir todo esto necesita un trabajo, lo principal después de tener cubiertas sus necesidades más básicas es conservar todo lo que le permite tener estas necesidades cubiertas.
En los años 60 y 70, en España se produjo un cambio social muy importante, hubo movimientos de estudiantes y de los trabajadores para que su situación mejorase, se produjeron huelgas y gracias a ellas, se firmaron convenios que permitían a los trabajadores tener una cierta protección en las empresas contra los abusos de los patronos. A partir de los 80, casi todos los derechos a los que los trabajadores tenían acceso se han reducido drásticamente, pero de una manera tan sutil y maquillada que la administración no es capaz de ver los engaños a los que los trabajadores estamos sometidos hoy en día, no es que no los vea, pero legalmente todo está atado y bien atado, por lo tanto no se puede mover, ni le interesa.
La inmigración ha permitido a la patronal tener mano de obra barata y que no se queja de las condiciones de trabajo, por lo tanto han visto el filón que supone tener a gente trabajando a destajo durante muchas más horas de las permitidas legalmente, produciendo mucho más y de forma más barata. Entonces, ¿qué es lo que ha ocurrido con los nativos de este pais?, ¿qué nos ocurrido a los españolitos de a pie que somos trabajadores?, pues nos ha ocurrido que tenemos que trabajar, la mayoría de veces, casi de la misma forma que trabajan los inmigrantes, y lo que es peor, cobrando casi el mismo sueldo miserable. No digo que todos los patronos hagan lo mismo, pero es verdad que la gente cada vez trabaja en condiciones más precarias, cobra menos sueldos y estamos más desprotegidos socialmente contra los abusos en las empresas. Se supone que la jornada laboral es de 8 horas diarias con un máximo de 40 horas semanales, pues bien, un horario de 8 horas, hoy en día es bastante raro que se haga en las empresas, legalmente se cumple este horario, pero bajo manga, el empresario somete a los trabajadores a realizar muchas más horas, dos o tres más amenazándolos con el despido si no cumplen este horario; como se te ocurra ir de legal y exigirle a un patrón todos tus derechos, tus días están contados en la empresa y pasas a un fichero o “lista negra” que poseen los empresarios para que nadie te contrate. Esta es la nueva esclavitud, las esclavitud del nuevo proletariado del siglo XXI, por lo menos en el ámbito español. No conozco la situación de los demás paises europeos y del resto del mundo, pero supongo que la situación laboral no estará mucho mejor en el resto.
Además de todas las injusticias que se cometen, el sometimiento del proletariado y de la poca colaboración entre los compañeros que trabajan en una misma empresa y en un mismo sector, poco a poco se ha llegado a la situación actual, situación en la que el obrero o trabajador está a merced de la voluntad de los patronos, una situación en que las leyes no apoyan al trabajador y si que lo hacen al empresario, el trabajador cobra subsidios en la mayoría de veces escasos y nuestros derechos se han ido al traste desde que entró la democracia en España. Y todo ¿por qué ha ocurrido así?, pues señores, esto ha ocurrido porque nos han engañado, nos han subido de tal manera el coste de la vida, que ya no podemos negarnos a nada, porque si no nos vamos al paro y lo perdemos todo, gracias a las hipotecas de las viviendas nos han puesto un yugo en el cuello que no nos deja respirar, un yugo que nos controla y que hace que estemos calladitos, aguantando injusticias y viviendo al día siempre, sin posibilidad de ahorrar para prosperar; se lo ha montado de puta madre, y hemos sido engañados como chinos, nos han dado esperanzas para una vida mejor, los políticos se empeñan en decir que todo va bien, que el trabajo va viento en popa y la realidad es que cada vez la situación de los trabajadores es peor.
Todo lo que digo no es porque lo haya oído, no es porque lo haya visto en la televisión, no, es porque lo he vivido y lo estoy viviendo todos los días de mi vida.
Recuerdo cuando era pequeño, que mi padre acababa de trabajar todos los días a las 6 de la tarde, venía a mi casa, se duchaba y aún le daba tiempo para ir un rato a la biblioteca y luego a casa de mi abuela a ver las noticias. Eran tiempos en los que las empresas de alfombras de Crevillente iban viento en popa, mi padre trabajaba en una empresa que se llamaba Viuda de Lledó Mas y en aquel tiempo (años 80) ganaba un sueldo de unas 30000 pesetas, hoy en día trabaja en una empresa de cartonajes y gana unas 35000, acabando de trabajar a las 9:00 de la noche. El nivel de vida ha subido mucho desde los años 80 pero los sueldos se han mantenido casi al mismo nivel que entonces, por lo menos en lo que respecta al obrero normal y corriente, y no hablemos de los sueldos tan injustos que les pagan a las mujeres, la desigualdad en el trabajo es un hecho y aunque parezca que el gobierno quiera arreglar este tema, la verdad es que poco va a poder hacer mientras no logremos cambiar los convenios de los distintos sectores productivos en los que estamos todos los trabajadores.

Hablemos sobre el cáncer




HABLEMOS
Me gustaría contar muchísimas cosas de mi vida, de mis experiencias, de todos los acontecimientos que he presenciado. Quisiera hablar de todo lo que bulle en mi interior, pero como todo tiene un principio voy a intentar encarrilar el hilo de este ensayo de una manera lo mas ordenada posible.
Es muy triste que cuando sentimos que nuestra vida está amenazada, es cuando más nos aferramos a ella, es entonces cuando empezamos a valorar todo nuestro alrededor como debemos. Digo esto porque es precisamente lo que a mí me ha pasado recientemente. Ahora que creo que he salido del pozo en el que caí, es el momento de contar la terrible experiencia que me ha tocado vivir.
Hasta hace más de un año mi vida era pues digamos “normal”, iba a trabajar todos los días, me fumaba mi paquete de tabaco rubio diario, vivía con un estrés de campeonato, pero no me preocupaba por las consecuencias que todo el comportamiento al que yo sometía a mi cuerpo podría provocarme; porque estoy completamente seguro que todo lo que me sucedió fue por culpa de lo que estaba padeciendo en mi interior, por la forma de ser que tenía y la filosofía de vida tan desastrosa que seguía.
Como comenté antes, mi vida era “normal” hasta cierto punto, hasta que en el fin de año de 1998 descubrí que había algo anormal en mi cuerpo. Empecé a notarme un pequeño bulto en el testículo izquierdo, al principio no le di importancia, pero me asusté y fui al médico para que me dijera la impresión que le daba ese bultito. Pero ¡como tenemos unos médicos de lujo en la seguridad social!, (sobre todo los médicos de cabecera), él me dijo que seguramente sería un quiste, que no me preocupara tanto. Tan a la ligera se lo tomó que no fue capaz siquiera de palparme mis partes, ni mirarlas, cosa que, a mi opinión ,es de incompetentes. Un profesional de la medicina debería explorar al paciente para comprobar lo que le ocurre, pero en mi caso, y en el de muchos, los médicos que nos atienden no son profesionales, son solamente farmacéuticos, ya que solo valen para recetar medicamentos. Parece que les demos aprensión, porque ni siquiera se atreven a tocarnos, o a preguntarnos como nos encontramos; luego sufrimos las consecuencias de sus negligencias.
El médico de cabecera me mandó al especialista, pero el volante que me “recetó” era para un plazo de unos dos meses; ¡tenía que esperarme dos meses antes de que el especialista me viera!.
Durante los dos meses siguientes estuve dándole vueltas al asunto del bultito que tenía, preocupándome cada vez mas, y temiéndome lo peor—que por desgracia confirmaría mas adelante—lo que me hizo entrar en un estado de ansiedad continuo; para postres el trabajo que desempeñaba en mi empresa era muy estresante, creía que sobre mis hombros recaía demasiada responsabilidad para sacar la producción adelante, considerándome imprescindible__que nadie lo es__ para que la empresa funcionara. Mi trabajo era de Lacador, me dedicaba a pintar con pistola todo tipo de muebles, sillas, mesas, y demás artículos de madera, lacándolos con barnices y dándoles color con tintes. Era un trabajo monótono, aburrido y muy peligroso para la salud, además de muy cansado (Mi oficio es el de Lacador, trabajando como se debe es un trabajo muy bonito pero trabajando a lo bestia es una mierda). Todos los productos con los que trabajaba están catalogados como de extremadamente cancerígenos, como son los poliuretanos, disolventes, acetatos, acetonas, toluenos, etc. Tal vez, ellos fueran los causantes de la enfermedad que en esos momentos estaba incubando en mi interior, pero yo ni siquiera me pensaba que lo que estaba desarrollándose en mí era un cáncer, y menos de los malignos.
Llegó el día de la cita con el especialista, fui bastante tranquilo, porque no me imaginaba lo que me pasaba. Al llegar allí estuve un buen rato esperando, y cuando al fin dijeron mi nombre, entré a la consulta. Pues bien, el especialista hizo lo mismo que el médico de cabecera, ni siquiera me examinó, me hizo un par de preguntas sobre si me dolía—le dije que no—y me “recetó” una ecografía, pero era para 4 meses después—¡Dios, tenía que volver a esperar 4 meses para que me hicieran una exploración!—ya que el especialista creía que era un simple quiste en el testículo—¡vaya una mierda de especialista!, lástima que no pueda hacer nada contra el—y encima me dijo que no me preocupara.
¡Que no me preocupara!, no, que va, yo no estaba preocupado, ¡estaba histérico!; veía como el bultito se hacía cada vez más grande y que empezaba a sentir un dolor sordo en la zona lumbar—cosa que no asocié al bultito del testículo—que no me dejaba trabajar, por lo que las 11 horas de trabajo diarias se me hacían insoportables; pero de momento podía aguantar.
La ansiedad que padecía me hacía fumar como un carretero, fumaba paquete y medio de tabaco rubio al día; mi humor cambió, estaba siempre irritable, cada dos por tres estaba discutiendo con mi pareja, provocando un malestar en mi vida que no podía aguantar. Me sentía como si estuviera en una vorágine de pesadilla, como si estuviera condenado a vivir siempre de mal humor, con miles de preocupaciones en mi cabeza, con miles de miedos; en realidad le tenía miedo a todo, miedo a la vida, miedo al amor, miedo al sexo. Todo eso me llevó un estado de depresión que afectó mucho a mis relaciones con los demás, sobre todo con mi pareja. Pero eso no era todo, lo peor, el mazazo final vendría en los 4 meses siguientes a la consulta con el “especialista”.
A los dos meses de visitar al “especialista” fui a hacerme la ecografía. Cuando entré a la habitación donde se realizaban, me atendió un hombre muy amable, un radiólogo bastante cordial, me dijo que me desnudara, que me tranquilizara para poder hacer la ecografía con precisión. Cuando me la hizo me dijo que, efectivamente, había un bulto en el testículo, y que le daba un poco de mala espina, ya que era bastante heterogéneo, y lo veía compuesto de muchos elementos distintos, como el calcio y distintos tejidos que no se podían determinar. Me dijo que no me asustara, pero que me iba a mandar a una revisión a urología al hospital, para que confirmaran su diagnostico—pero a mi no me dijo lo que pensaba que me ocurría—y así salir de dudas.
Esta persona fue el único sanitario que verdaderamente se comportó con profesionalidad y buena fe de los que hasta el momento me habían atendido.
Al mes y medio de realizarme la ecografía me llamaron del hospital, para que me personara en Urología. Cuando la uróloga vio la ecografía enseguida lo tuvo claro—incluso le comentó a su colega: - ¡mira que imagen más bonita!—hizo que me sentara, y sin ningún tipo de rodeos me comentó que no sabía que era ese bulto que tenía en el testículo, pero que como no lo sabía, lo primero que pensaba era que tenía un cáncer. En ese instante se me cayó el mundo encima, me puse blanco y no supe que decirle, ¡pero ella si que tenía que decirme!, me dijo que tenía que operarme para extirparme el testículo afectado, para analizarlo y ver si era maligno (cosa que ella sospechaba) y ver la clase de tratamiento que me pondrían.
Mi padre –que me acompañó—salió muy preocupado de la consulta, intentando tranquilizarme, pero yo salí indiferente, en esos momentos no tenía ningún sentimiento hacia lo que me acababan de decir, y creo que no me lo creí hasta que pasaron unos días y me avisaron para operarme.
Se me ha olvidado comentar que durante el proceso de realizarme la ecografía hasta que me realizaron la primera operación, me realizaron otras pruebas, de sangre, y exploratorias como el T.A.C. (Tomografía Axial Computerizada); y gracias a ellas pudieron averiguar que el cáncer se me había extendido hacia los ganglios linfáticos del abdomen, detrás del peritoneo (que es la membrana que recubre nuestras vísceras en el abdomen), y esa era la causa por la que me dolía la zona lumbar, que se hizo insoportable el poder trabajar por ese dolor—lo que me hizo pedir la baja laboral dos semanas antes de operarme—tratándome con pastillas y pomadas para intentar aliviar el dolor.
Transcurrieron dos semanas desde mi consulta con la uróloga, entonces me llamaron para operarme.
Me extirparon el testículo izquierdo, fue una operación digamos relativamente “sencilla”, ya que apenas me dolió la herida que me produjeron en la ingle, y en poco tiempo curó.
Me dieron consulta con el oncólogo, y después de estudiar la anatomía patológica del testículo que me extirparon me dijo:--es un tumor germinal, de los más agresivos, pero este tipo de tumor es de los que más responde al tratamiento de quimioterapia, por lo tanto prepárate, ya que vamos a ponerte un tratamiento muy fuerte, que te producirá muchos efectos indeseados—después de oír estas palabras confieso que me acojoné, y creo que con muchísima razón, por lo que más adelante pude confirmar.
No puedo describir las sensaciones que tuve cuando entré a la zona donde se administran los medicamentos quimioterápicos.
La sala donde se ponían los tratamientos era una habitación grande, de unos 5 metros de ancho por 30 o 40 de largo, con varios compartimentos separados por mamparas de aluminio. En ella habían unos doce sillones o butacas en donde los pacientes se sientan, un ATS les atiende y les coloca el catéter en el brazo para administrar la medicación intravenosa.
Puedo afirmar que no es nada agradable la visión de todas las personas que tienen que estar allí poniéndose la medicación, y más si eres tú el siguiente que se la tiene que poner.
Los médicos dicen que todo esto son males menores con tal de tratar la enfermedad, pero el que lo tiene que sufrir ya quisiera el poder evitarlo por todos los medios, sobre todo los pinchazos y los efectos secundarios.
Tengo muy grabado en mi mente todos los momentos que pasé en aquella habitación, buenos y malos, mas bien malos que buenos, pero como todo, siempre hay alguna experiencia positiva dentro de las circunstancias negativas. En esa habitación te das cuenta de lo que es el sufrimiento en estado puro, aunque intentes disimular y poner buena cara, te das cuenta de lo que sufre la gente que está enferma y ver el sufrimiento ajeno y el tuyo propio es difícil de asimilar. Aunque gracias a Dios, tuve fuerzas para sobreponerme a las circunstancias y poder superar todos los ciclos de quimioterapia bastante bien.
Lo peor de recibir este tipo de tratamiento es que suele ser más doloroso e insufrible los efectos que te produce el tratamiento que la propia enfermedad en sí. Me explico:--está claro que el cáncer lo que produce es una destrucción del cuerpo y por defecto la muerte en la mayoría de los casos que no se tratan, o se descubren muy avanzados, pero si por algo el cáncer es peligroso, es porque hasta que no está muy desarrollado, no produce casi ningún síntoma fuerte, por eso se dice que es una enfermedad silenciosa. Sin embargo, los medicamentos con los que se trata el cáncer son muy tóxicos para el cuerpo, por la tanto le producen infinidad de efectos, como vómitos, diarreas, alopecia, etc., ya que atacan la base misma de la vida, que es las células y su crecimiento--.
La primera vez que fui a ponerme el tratamiento fue la más dura. Aun recuerdo las miradas de las personas que, como yo, iban a ponerse la quimio o estaban sentados en los sillones con una aguja en el cuerpo y recibiendo el tratamiento. Vi por primera vez el sufrimiento al que nos exponían (todo en nuestro beneficio) y entonces me di cuenta de que ,en este mundo ninguna pérdida tiene tanta importancia como la pérdida de la salud.
Nadie le da importancia a lo que tiene hasta que lo pierde; de esa verdad me di cuenta después de administrarme el primer tratamiento. Fue algo infernal, me metieron lo menos unos 4 litros de medicación, entre sueros para limpiar la vena y sueros con medicación en su interior.
A las pocas horas de administrármelo empezaron los síntomas; molestias muy fuertes en el estómago, unas nauseas terribles que no se paraban con nada, una debilidad extrema, resumiendo, esta medicación te dejaba tirado, como si fueras un anciano de 90 años y enfermo; pero todo era por mi bien.

El tratamiento se prolongaba durante una semana por ciclo, cada tres semanas un ciclo, cuando tocaba era una semana realmente infernal, pero aun tenía fuerzas para levantarme cada mañana, coger el autobús e ir al hospital, ya que mi fuerza de voluntad me obligaba a valerme por mí mismo. Tenía ayuda de amigos, que a veces me llevaban, por supuesto de mis padres, pero yo quería valerme por mí mismo, y como sabía que todos tenían su trabajo y estaban liados, no quería molestarlos, y tampoco pedía el servicio de ambulancias, ya que me veía capacitado para arreglármelas solo.
Mi tratamiento se prolongó durante 7 meses, 7 meses en los que mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Lo peor de todo esto es que, entre el tratamiento—que te dejaba para el arrastre—y la incertidumbre de saber si esto se acabaría algún día, en todo este periodo mi vida fue un completo infierno. Pero ahora doy gracias a Dios por haberme dado tanta fuerza y valentía, y sobre todo entereza, entereza para no derrumbarme, y aunque pasé momentos realmente horribles, con el pensamiento de mi muerte rondando en la cabeza, Dios me hizo ver la luz al final de un largo túnel, e hizo que mi vida diera un giro de 180º para mejor.
Después de todos los dolores que pase, pinchazos, vómitos, etc., he aprendido a valorar mi vida como nunca. A los problemas les doy la importancia que se merecen, ni más ni menos, sin agobiarme por ninguno, y calculando que todo en esta vida puede tener solución si la buscamos con tranquilidad, que lo único que no se puede remediar es la muerte.
Tuve que ponerme 7 ciclos de quimioterapia, los resultados de los análisis periódicos eran buenos, pero en el último T.A.C que me realizaron descubrieron que el tumor que estaba en los ganglios linfáticos no se había reducido del todo. El médico me dijo que quería ver que era aquello, por lo tanto tenía que operarme.
Aquello fue un nuevo mazazo en mi ya de por sí maltrecha moral, porque aunque siempre los resultados me daban buenas noticias, yo seguía pensando que iba a pasarme algo muy malo, y eso minaba toda mi integridad física y psíquica.
El oncólogo me dijo que era una operación complicada, que tenía sus riesgos, pero que fuera tranquilo, ya que estaba en manos de auténticos profesionales que sabían lo que tenían entre manos. Gracias a Dios, tuvieron razón en todo.
Me operaron en Miércoles Santo. Alrededor de las 12:00 de la mañana vinieron los celadores a buscarme para la operación; ya me habían rasurado todo el pecho y las ingles.
Entré en la zona de quirófanos con un sentimiento mitad temor, mitad indiferencia; ya había vivido una operación, pero como esta era de mayor envergadura estaba bastante atemorizado. Habían varios pacientes en espera de entrar al quirófano. Una mujer se me acercó y me dijo que era voluntaria, se encargaba de tranquilizar a los pacientes que iban a entrar a quirófano; me dijo que no me preocupara, porque estaba rodeado de profesionales y que no iba a tener ningún problema—gracias a Dios en eso tuvo razón, por lo menos conmigo—y que estuviera tranquilo.
Había una chica de aproximadamente mi edad (unos 23 años) que estaba que se iba de la sala de prequirófano, estaba nerviosísima, y no sabía que hacer.
La mujer voluntaria estuvo hablándole para tranquilizarla, y de paso también nos tranquilizaba al resto, intentando evadir nuestra preocupación con comentarios y bromitas.
El quirófano era una sala grande, muy iluminada por unas bovedillas de cristal translúcido que dejaba entrar una luz inmensa. En el centro había una camilla de metal, color verde, al lado de esta había una aparato gigantesco lleno de pantallas, donde se registraban los ritmos cardíacos y cerebrales, la respiración, etc. La máquina tenía un brazo articulado con un foco de cristal que tenía varias bombillas halógenas en su interior.
Me acostaron en la camilla, y extendieron mis brazos en forma de cruz—como a Jesucristo—y empezaron a pincharme para encontrarme la vena, cosa que no consiguieron hasta pasado una media hora, ¡media hora de continuos pinchazos!; y como yo estaba despierto—ya que tenían que encontrarme la vena para poder suministrarme la anestesia—me enteré de todo hasta que lograron introducir el catéter en la vena y dormirme con la anestesia.
No me acuerdo de todo lo que pasé en el quirófano, ya que estuve la mayoría del tiempo dormido. Pero lo que si recuerdo es el horrible despertar que tuve.
Me desperté en el quirófano, viendo como los médicos estaban quitándome un tubo de mi tráquea; la sensación de ahogo era terrible, creía que me iba a morir. Sentía dolor en el vientre, y un mareo o colocón por la anestesia que no me dejaba ver bien, ni oír, ni hacer nada de nada.
Me llevaron a reanimación, a la sala de Despertares. Estuve en una habitación con miles de cables en mi cuerpo, un brazalete en el brazo que se hinchaba y deshinchaba cada 5 minutos—creo que era para tomarme la tensión—y una mascarilla de oxígeno en mi cara para poder respirar.
Transcurridas unas dos o tres horas me trasladaron a mi habitación, cuando llegué estaban mis padres y mi novia esperando. Me alegré de verlos, pero estaba groggy y no podía decir ni hacer nada. Solo se que sentía un dolor bastante fuerte en el vientre, cosa lógica porque llevaba una herida de unos 50 centímetros, o sea, que me habían abierto en canal.
Toda la recuperación y postoperatorio transcurrió en Semana Santa, como bien sabido es, es una semana de pasión. ¡Para semana de pasión la que pasé yo en el hospital.!
Para tirar la anestesia tuvieron que ponerme una sonda en las vías urinarias—en mi caso, por ser hombre, lógicamente en el pene—y luego tuvieron que colocarme una sonda nasogástrica para que no se me acumulara la bilis en el estómago.
A causa de la operación, el aparato digestivo se me paralizó, provocando una acumulación de jugos gástricos, bilis, etc., que me hizo vomitar bastantes veces, y claro, con los puntos que llevaba y la hinchazón del vientre fue un auténtico suplicio.
Estuve cinco días a base de sueros, sin comer absolutamente nada, pero gracias a Dios me recuperé y poco a poco pude comer. Primero me daban zumos y leche, así estuve un par de días, y luego empecé a comer sólidos.
Lo pasé bastante mal, sobre todo por las molestias de las sondas, eran insoportables, pero no tenía mas remedio que aceptar las circunstancias y resignarme; me doliera o molestara, debía hacer caso a los médicos y jorobarme.
Gracias a Dios, mi novia estuvo siempre a mi lado para apoyarme, gracias al cariño que me dio y me sigue dando (espero que para siempre), ella se portó como la mejor de las enfermeras, me lavó, me ayudaba a incorporarme, y me atendía, al igual que mi madre. Quiero darle las gracias por lo que hizo por mí, tanto a ella como a mi madre, sino las hubiera pasado canutas.
En los días que pasé en el hospital me pasaron muchas cosas. Cuando estás en estos lugares es cuando te das cuenta de lo que es el sufrimiento humano, y que la vida no es como nos la pinta la televisión. Cuando estamos bien, no nos damos cuenta de los que lo pasan mal, porque solo vemos a la gente que se divierte, que ríe, que está de puta madre. Pero en realidad, hay otro mundo detrás de lo que vemos en la sociedad, y es el mundo del sufrimiento, por todo tipo de causas, desde la pobreza hasta la pérdida de la salud, en muchos casos injusta, en otros, merecida.
El día que ingresé, me pusieron en una habitación con una persona mayor, era una anciano que apenas podía hablar, estaba ingresado porque tenían que ponerle un catéter para realizarle la diálisis. Según nos contó su hija, llevaba 16 años en diálisis, y sus venas no aguantaban más. El pobre estaba echo casi un vegetal, no se valía apenas para nada, y apenas comprendía lo que le decían. La verdad es que yo no quisiera llegar a la edad que él tenía y tener que estar así, antes prefiero morir.
A mi vecino de habitación le dieron el pasaporte a los dos días de haberme operado, entonces estuve dos días con la habitación para mí solo. Esos dos días fueron los peores de toda mi estancia, porque fue cuando empecé a vomitar, y encontrarme fatal. Para postres había en la habitación contigua un abuelo que tenía cáncer de próstata en fase terminal, estaba a punto de morir y sufría unos terribles dolores, dolores que ni la morfina podía mitigar. Recé a Dios para que no le dejara sufrir, para que se lo llevara lo mas pronto posible y no sintiera más dolor. Tardó dos días en morir; murió al mediodía, pero me estremecí pensando lo que habría padecido ese hombre, que por mucho mal que hubiera hecho en la vida, no se merecía esa muerte tan horrible. Pero yo confío en que Dios le recompensará en la otra vida, con una segunda existencia mil millones de veces mas placentera que esta.
Después de haberse ido mi primer compañero de habitación , entró otro; era una persona joven, tendría unos 33 años, y era de raza gitana. Era una persona estupenda, educada y muy amable. El único inconveniente que tuve con él y su familia fue que allí en la habitación siempre eran ciento y la madre.
En el aspecto de reconfortar a los enfermos, los gitanos lo tienen muy claro, para ellos cuando una persona está enferma, lo primero que hay que hacer para ayudarlo es visitarle, y cuanto más frecuentemente, mejor. Ellos no piensan que los enfermos necesitan tranquilidad, y sus costumbres—tan arraigadas en este pueblo—les hacen actuar de esta forma.
Para los que nos molesta el gentío, es una putada, pero hay que resignarse, porque discutir con ellos, la mayoría de veces es meterse en líos, por lo tanto no vale la pena. Pero las autoridades deberían de controlar mas el tema de las visitas en los hospitales.
Yo no tengo nada en contra del pueblo gitano, al contrario, los que son buena gente, para mi son tan respetables como cualquiera, pero por desgracia siempre hay ovejas negras que, por pocos que sean, dan una imagen nefasta de un pueblo que, en su mayoría, es bueno. Porque está claro que también bastantes payos son de pelar.
De todas formas, la convivencia con esta persona fue muy buena, nos hicimos amigos enseguida, me contó que estaba en tratamiento de diálisis desde hacía dos años, y que había ingresado por unos dolores en los riñones, provocados por unos quistes que sangraban.
El era muy creyente, pertenecía a la iglesia Evangélica, y siempre estaba leyendo la Biblia. Para él este libro era lo único que debía leer, lo creía a pie juntillas, y su vida se regía por las enseñanzas que contenía.
Tuve muchas conversaciones con él sobre Dios, e incluso llegué a leer pedazos de la Biblia que él me pedía. Siempre decía que rezaba por mí—y quiero comentar que yo también rezaba por él—y aunque teníamos visiones diferentes de nuestra religión, llegamos a entendernos muy bien.
Recibí la visita de todos mis amigos, en todo el tiempo que estuve en el hospital, vinieron cada día uno o dos. Eso es lo que más se agradece, pero hubo una visita que fue especial por lo que me ocurrió en ella.
Al sexto día de la operación, tenía la vena del catéter irritada por una flebitis, entonces por la noche vino la enfermera y me dijo que quería cambiar el catéter; me lo sacó pero luego no encontraba la vena para volver a ponérmelo—habían venido a visitarme una pareja amiga de Alicante, y estaban esperando a que me atendieran las enfermeras, para poder hablar conmigo—entonces llamó a uno compañera, y ahí estaban, a dos bandas, pinchándome por un lado y por el otro, y no había manera de encontrarme la vena. Después de unos veinte pinchazos desistieron, y fueron a hablar con el médico, para ver que hacían para ponerme la medicación. El médico les dijo que no me pusieran sueros y que me la dieran oral, pero que tenía que beber mucha agua para orinar todas las toxinas de la medicación.
Cuando acabaron de “torturarme” las enfermeras, vinieron unos sujetos muy peculiares a visitar a mi compañero de habitación, según me dijo era un sanador, y un pastor de su Iglesia, que venían a rezar por él, para que se curara.
Cuando acabaron con él se giraron hacia mí y me preguntaron:--¿quieres que recemos por ti?—y yo les dije:--claro, ¡toda ayuda es buena!.
El sanador me puso la mano en la frente, y en voz alta invocó a Jesucristo, mientras el pastor repetía unas palabras de plegaria; entonces en ese instante sentí como una corriente eléctrica que pasaba desde la mano del sanador hasta mis pies, y que me empezaba a sentir mejor. Fue algo increíble, nunca había sentido algo de tal magnitud, y por lo que me dijo mi amigo después, según él, Dios me había tocado, por medio del sanador.
No se si es Dios, o la fe, o nuestra energía la que provoca estas cosas, pero lo que si se es que los milagros existen, y todos podemos tener alguno en nuestra vida; opino que si estoy tan bien en estos momentos es gracias a este momento en que esa energía recorrió mi cuerpo, y no soy un fanático de la religión, pero lo que viví, fue real, porque lo sentí, y creo que Dios verdaderamente en ese momento me tocó.
La religión en todos los momentos de la historia ha sido siempre un tremendo problema para la humanidad, ha habido cientos de guerras por culpa de ella, miles de calamidades y sufrimientos infringidos por los fanatismos religiosos, pero también ha supuesto una gran ayuda, al consolar a la gente, por medio de la fe, la fe es beneficiosa, porque nos hace confiar en que hay algo que nos ayuda, y ese algo evita que nos sintamos desamparados. Ante un mundo hostil, el hombre, siempre ha buscado algo con lo que darle sentido a la vida, e inevitablemente pensó que tendría que haber algo que creara todo lo que veía alrededor, a ese algo lo llamó Dios, y cuando algo ocurría era porque Dios lo deseaba así.
Todas las religiones pretenden satisfacer las inquietudes espirituales de las personas. Todas pretenden explicar el por que de todo lo que existe a nuestro alrededor, todas creen que un Dios o Dioses crearon el mundo; tal vez tengan razón o no, pero lo que es cierto, es que tuvo que haber algo o alguien que creara todo el Universo, fuera lo que fuera nunca llegaremos a saberlo con certeza, pero tampoco sabemos la mayoría de los mortales como funciona un Compact Disc, y sin embargo no dejamos de beneficiarnos de su uso. Ahí es donde radica el verdadero uso de la religión, en usarla para nuestro beneficio, porque es cierto que la religión alivia la soledad y el desamparo, porque consuela y da una salida al que se siente encerrado por la vida.
Pienso que la fuerza que da la religión es producto de nuestra propia energía, pero es el pensamiento dirigido hacia un ser superior o creencia en algo superior la que actúa como un espejo, reflejando la energía en él y devolviéndola a nosotros de tal forma que, actuando como un foco, concentra dicha energía en cualquier aspecto que nos perjudique o queramos solucionar, ayudando muchísimo a solucionarlo.
No pretendamos saber el por que de los milagros o de la fe, sino que intentemos beneficiarnos de ellos, pienso que, como dice un proverbio italiano: “La felicidad es el arte de saber engañarse” debemos usar esa fuerza que nos da la religión, esté en lo cierto o no, para procurarnos la felicidad, y no calentarnos la cabeza en el por que de la existencia, opino que las respuestas llegarán en su día, mientras tanto, seamos felices.
Después de vivir una experiencia como la que tuve, todos los valores de la vida se trastocan. Cambias la manera de ver la vida, y te hace ser más agradecido por todo lo que tienes. Considero que la vida es un regalo—antes creía que era un fastidio—porque no nos damos cuenta, cuando estamos bien, de que por muy mal que nos vayan las cosas, siempre hay alguien que está peor que tú. Solo vemos a la gente que está bien, que vive estupendamente, que es feliz; sin mirar detrás de las apariencias, porque indagando un poco en la vida de cualquiera, siempre habrá alguna desgracia oculta en su pasado, sin dejar de pensar que puedes ver a una persona estupendamente por fuera, pero su vida puede ser un auténtico desastre.
Deberíamos ser más solidarios con las personas, y preocuparnos de nuestros prójimos, que aunque la vida nos reserve muchos problemas, siempre podemos tener un hueco en nuestro corazón para la gente que nos rodea, porque compartiendo con los demás nuestras preocupaciones es como podremos solucionarlas.
Después de haber pasado este mal trago, como he comentado anteriormente, es cuando al sentirme liberado de la enfermedad, encuentro la vida fascinante, porque realmente lo es, es fascinante ver a la gente, a los pájaros, a las montañas, el mar, los coches, todo. Me doy cuenta de como la vida es una especie de juego en el que estamos inmersos, y que tenemos que jugar, nos guste o no, para ganar o para perder, ya que cuando el juego acaba, empieza otro mejor.
Ahora que todo ha pasado, empiezo a preguntarme cosas sobre el futuro, la verdad es que no tengo nada claro lo que debo hacer con el resto de mi vida, lo que si que tengo claro es que no voy a volver a trabajar con el agobio y el estrés de antes; porque la manera de vivir que tenía antes de ocurrirme mi enfermedad era un infierno, un infierno en todos los sentidos.
Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba respecto a la vida. Consideraba la vida como un suceder de días iguales, sin sentido, sin ilusión, esperando que viniera ese día en el que encontraría la felicidad. Estaba tan absorto por mi trabajo y por mis comidas de cabeza que no me daba cuenta que estaba destrozándome por dentro. Mi actitud negativa ante la vida hacía que no valorara lo que tenía, hacía que todo lo viera de color negro, sin ver salida a los problemas.
Pero gracias a Dios, he comprendido muchas cosas, cosas que anteriormente sabía, pero a las que no hacía ningún caso. Me he dado cuenta de que la vida es un regalo, un precioso regalo que Dios nos entrega para que hagamos lo que queramos con ella.
Tengo una teoría un poco tonta de porque existimos, del sentido de la vida. Opino que la vida que se nos entrega es como si fuera un diskette , en el que registramos todas nuestras vivencias, nuestros problemas, experiencias y creencias, para luego en la muerte insertarlo en ese inmenso ordenador que es Dios y almacenarlo en su disco duro, para que él luego formatee nuestro diskette y volvamos a llenarlo con información, lo que no llego a comprender es para que quiere toda esa información; pero esto es un tema un poco complicado en el que podríamos extendernos durante miles de páginas sin llegar nunca a una conclusión.
Creo que el futuro no debe ser una cosa que me preocupe en demasía, después de sentir que la muerte estaba cerca, el tiempo adquiere una importancia tremenda, porque me he dado cuenta de nuestra propia finitud como individuos, de que tarde o temprano llegaremos a morir. Por eso he decidido vivir los días como si fuera cada uno de ellos el último de mi vida, disfrutando de cada momento, y haciendo lo posible por vivir intensamente.